








MANDALAS COTIDIANOS
Por años me he dedicado al estudio del Tantra, el Yoga y las geometrías sagradas.
Mi primer paso en esta exploración fue casi la copia fiel de aquellas figuras geométricas que en mis años por la India inundaron mi psique. Con precisión matemática reproduje aquellos poderosos símbolos, hasta que poco a poco empecé a jugar con ellos pictóricamente, a interiorizarlos, apropiarme e incluso tomarme el atrevimiento de transgredir sus normas.
Poco a poco se fueron transformando, se fueron aproximando a una suerte de expresionismo abstracto, contenido sin embargo en algunos principios básicos: la geometría concéntrica, la circularidad, su explosión desde un punto central y estable (que en las viejas tradiciones representa el punto primero, del que surge y se expande la creación; la conciencia inalterable).
Así como aquellos símbolos con su impecable geometría me hablaban de las más altas filosofías espirituales, también mi vida quiso recorrer aquel camino, cayendo en el engaño de que la anhelada profundidad existencial yacía lejos de la vida cotidiana y, de alguna manera, se oponía a ella. Tras alejarme de este mundo occidental, de familia y amigos, teléfono e internet, para retirarme a Oriente en mi ingenua búsqueda, entendí por fin que mi propósito tenía que ver con la unión de los mundos, más que con escoger entre uno u otro. Entendí que la existencia es una sola, y lo espiritual ha de “bajar a la tierra” para ser reconocido en nuestro día a día, en nuestro contacto con lo cotidiano, con nuestro entorno, nuestro cuerpo y nuestros objetos –cualesquiera que sean-.
Es aquello que esta serie fotográfica revela en nuevas geometrías sagradas: la belleza de lo que conforma nuestra vida diaria, su poética, su forma de ocultar lo más sagrado en lo más común.